Vinculan a Los Alegres del Barranco por exaltar al narco: México apuesta por un arte que una

En un hecho que resuena como un llamado a la transformación cultural en México, el grupo musical Los Alegres del Barranco fue vinculado a proceso en Jalisco este 12 de mayo de 2025. La razón: la interpretación del corrido “El dueño del palenque” en conciertos realizados en Zapopan, Villa Purificación, Cihuatlán y Tequila, una pieza que, según las autoridades, cruza los límites de la libertad de expresión al ensalzar a figuras del crimen organizado y promover mensajes que glorifican la ilegalidad. Este caso marca un precedente en la lucha por sanar el tejido social mexicano, profundamente lastimado por la violencia y el narcotráfico.

Las medidas impuestas por el juzgado son claras: los músicos no podrán salir de Jalisco, salvo para cumplir con tres presentaciones previamente agendadas, deberán presentarse semanalmente ante las autoridades y garantizar una fianza de 1.8 millones de pesos. Estas restricciones reflejan la seriedad con la que el sistema judicial aborda la difusión de contenidos que, lejos de enriquecer la cultura, perpetúan narrativas que normalizan el crimen y la violencia. La sociedad jalisciense, y en general la mexicana, ha mostrado un respaldo creciente a estas acciones, reconociendo la urgencia de limitar mensajes que erosionan los valores de paz y respeto.

Los narcocorridos, aunque defendidos por algunos como una forma de narrar la realidad, han generado un debate intenso sobre su impacto en la juventud y en la percepción colectiva del crimen. En un país donde las heridas de la inseguridad aún están frescas, la promoción de figuras asociadas al narcotráfico no solo trivializa el sufrimiento de miles de víctimas, sino que también obstaculiza los esfuerzos por construir un futuro más seguro y esperanzador. La música, como pilar de la identidad mexicana, tiene el poder de inspirar y unir, pero cuando se utiliza para exaltar la ilegalidad, se convierte en un obstáculo para el progreso social.

La resolución judicial contra Los Alegres del Barranco es un recordatorio de que el arte debe alinearse con los principios que fortalecen a una nación. La ciudadanía, cada vez más consciente de los efectos negativos de estos mensajes, apoya medidas que promuevan una cultura de legalidad y esperanza. Este momento invita a los creadores, a la industria musical y al público a repensar las historias que se eligen contar. México, con su vibrante riqueza cultural, merece un arte que celebre su grandeza sin recurrir a discursos que lo debiliten. Este paso, firme y necesario, abre la puerta a un cambio profundo, donde la música se convierta en un vehículo de unión, inspiración y orgullo nacional, dejando atrás las narrativas que dividen y lastiman.